Muchas de las fotos de este blog son de Ramiro Sisco con la comunidad Pilagá, en Las Lomitas, provincia de Formosa, Argentina.

domingo, 26 de enero de 2014

DINERO Y PODER







Una vez más, como tantas en la historia argentina reciente, la suerte del poder se juega en el campo financiero. Fue así, por ejemplo, en 1975-1976 (rodrigazo y dictadura cívico-militar), 1989 (hiperinflación y ascenso del menemismo) y 2001 (quiebra de la convertibilidad). Lo original del conflicto actual es la potencia del proyecto político que empezó en 2003, el peso estructural de sus acciones y sobre todo, la voluntad de no entregar el timón de las decisiones públicas a los poderosos intereses que fogonean la inestabilidad. 

No fue así en ninguno de los casos mencionados, siempre imperó en ellos la racionalidad de las concesiones a los poderosos a cambio de gobernabilidad; siempre los episodios terminaron con una escalada de decisiones antinacionales y antipopulares, el consecuente aislamiento social del gobierno y su caída (o renuncia anticipada). La repetición cíclica de estas “atmósferas golpistas” permite construir una matriz de cómo y por qué se producen, es decir, qué sectores son los que las impulsan, cuáles son los argumentos, cuáles son los recursos comunicativos en los que se apoyan, cuáles las movidas financieras que organizan. El autor de este comentario no ha desarrollado este ejercicio de investigación, pero con la intuición que provee una larga experiencia, arriesgaría que hay empresas, grupos de empresas y hasta familias y personas que han estado en más de uno de estos episodios.

Nunca como ahora estuvo tan clara la interrelación entre movimientos económicos y fines políticos o, dicho más directamente, el carácter político de las movidas económicas que ocurren. Más en general, la experiencia actual sirve para sacarse de encima la mitología de la economía que nos habla de un dios mercado, equilibrado y autónomo en sus movimientos, sin relación con el dios malo, el Estado, ese que nunca acierta, salvo cuando atiende las demandas del otro dios, el bueno, el mercado. Este catecismo infantil ha inundado definitivamente, creo que nunca tanto como en estos días, a las maquinarias mediáticas que trabajan a tiempo completo contra el Gobierno. Llama la atención que los mismos axiomas que fundaron el proyecto político de la convertibilidad en el menemismo, lo mantuvieron con la Alianza hasta que el proyecto terminó en la ruina económica y política más absoluta, esos mismos axiomas se utilicen para diagnosticar la situación actual y para aconsejar la mejor manera de enfrentarla. Nunca como ahora estuvo tan claro que el fraude realizado en nombre del “saber económico” consiste en disimular el sentido del poder político en cuyo nombre se está hablando. No es el poder político de un partido, ni de una coalición, es (la expresión es de Federico Bernal) el poder político que da en la sociedad capitalista tener a su disposición el más importante recurso que se pueda tener, el dinero.

Gran parte del drama de las democracias modernas, particularmente las del último siglo, tiene que ver con la cuestión de la relación entre dinero y democracia en el capitalismo. Podría decirse que el momento de mayor estabilidad política en el mundo occidental desarrollado nació con un gran pacto político rubricado entre el capital y el trabajo, el que hizo nacer el llamado Estado de Bienestar. El pacto aseguraba legitimación del orden vigente, es decir la propiedad del capital, por parte de los trabajadores, a cambio de la construcción de un entramado de derechos y seguridades sociales a su favor. La estabilidad democrática de los llamados treinta años gloriosos, desde mediados de los cuarenta hasta mediados de los setenta del siglo pasado, no fue “mundial”; no se registró ese fenómeno en varios países de la propia Europa para no hablar de Africa, Asia o América latina. La muy llamativa correlación entre solidez democrática y riqueza de las naciones no se explica fácilmente por la supuesta asociación entre democracia y mercado, como suelen hacerlo los liberales, por lo menos si no agregamos otros fenómenos largamente conocidos, como el neocolonialismo o el imperialismo.

El caso es que ese pacto se está rompiendo de forma gradual y a la vez acelerada, particularmente en territorio europeo. Esa ruptura está produciendo un grave encogimiento del empleo y de las seguridades sociales ofrecidas por los estados. Hasta ahora, los afectados no han roto su propio compromiso con el pacto; siguen reconociendo la democracia, devenida hoy democracia de mercado, desarrollando sus reclamos y protestas en su marco. Visto desde otro lugar, a lo que se está asistiendo es a una creciente colonización de las instituciones políticas por el gran capital. Empezando por una suerte de ocupación fáctica que queda a la vista cuando se averigua la cantidad de grandes financistas que ocupan de modo directo (como si hicieran lobby por ellos mismos) las carteras económicas del gobierno de Estados Unidos y varios de los países más desarrollados. Claro que además de esta forma más vulgar, existe una importantísima red de contactos y asociaciones entre el poder económico concentrado y la política. Para que la política pudiera tomar ese rumbo tuvo que ser arrastrada al reconocimiento de que “no había alternativa”, según la famosa frase de Thatcher; es decir que había que quedarse donde se estaba, en el capitalismo financiarizado, y aprovechar las múltiples ventajas que éste puede dar a políticos (y no sólo a políticos) pragmáticos, sensatos y propensos al “diálogo”.

En nuestro país, el pacto no fue socialdemócrata, como en Europa, sino peronista. A pesar de esa diferencia, su fecha de nacimiento y su proyección en el tiempo son llamativamente paralelas. Ambos proyectos nacieron después de la Segunda Guerra.

Fue a fines de la década del 70 y principios de la del 80 que Thatcher y Reagan impusieron la “autorrevolución del capital” (la expresión es de Julio Godio), que terminó con el capitalismo “protector” y comenzó la era neoliberal en el mundo. Fue a mediados de los 70 cuando el rodrigazo primero y después la dictadura empiezan la demolición de la Argentina peronista, que había sobrevivido a varios gobiernos, civiles y militares, de otras orientaciones, y ponen en escena el primer capítulo de la transformación estructural que consumaría, ironías de la historia, un gobierno surgido de la propia tradición peronista.

Nuestra democracia nació dentro de ese período de transformación de la sociedad, la cultura y la política que dio en llamarse neoliberalismo. Más allá de sus connotaciones en el campo de la economía política, el neoliberalismo tiene como rasgo central el sometimiento de la política a la voluntad del poder económico. Las consecuencias de la vigencia y la radicalización de esas transformaciones de época las muestra una rápida ojeada a la realidad política de la Europa actual. En los últimos años hubo cambios, “alternancias”, en varios de los principales países europeos (Gran Bretaña, Francia, España, Italia) entre el centroderecha y el centroizquierda. Sin embargo, las políticas principales de esos gobiernos no variaron en lo esencial: todos respetan a rajatabla los dictados de la Comisión Europea y el FMI, es decir los de la ortodoxia neoliberal.

En algunos países (Alemania, Italia) gobiernan hoy coaliciones en cuyo interior están los partidos más caracterizados del centroderecha y del centroizquierda. ¿Cómo se hace para sostener que la mayoría popular gobierna –principio mínimo de la democracia– si gane quien gane hace lo mismo y lo hace dejando claramente establecido que es porque así se lo mandan? Se puede hablar de democracia en el sentido de que los ciudadanos votan y entonces la fuente de poder sigue siendo, de una manera muy distante y bastante mitológica, la soberanía popular. Pero no puede ignorarse el abismo que hay entre las fuerzas de producción y articulación política que tiene el gran capital concentrado, por un lado, y, por otro, aquellas con las que puede contar una fuerza con voluntad transformadora ante una sociedad altamente dispersa como son las actuales, a causa, justamente, de la gran transformación productiva, cultural y política que tuvo lugar en nuestra época.

La disputa en la Argentina consiste, en la actual circunstancia histórica, en algo más que tal o cual medida económica, parcial o sectorial. Lo que está en cuestión es quién toma las decisiones. Es decir, quién determina cuáles demandas se atienden y cuáles se postergan, quiénes deben ser beneficiados y quiénes no. Las palabras justificadoras que se usan diferencian a los contendientes: para unos hay que dejar de hacer demagogia irresponsable y hacer lo que la realidad exige. Para otros hay que atender prioritariamente a los más necesitados y recortar los privilegios de los más poderosos. De esta última formulación, la de los partidarios del Gobierno, suele decirse que es un simulacro encubridor del apetito de poder. Quienes afirman eso parecen estar en posesión del atributo de la verdad política, como si ésta pudiera existir al margen y por encima de los intereses y también de los afectos y de los mitos. Pronunciada, como lo ha sido en estos días, con una intensidad inusitada –entre otros por los infalibles economistas que elogiaron la convertibilidad hasta el momento mismo de su colapso–, esa monserga de lo objetivo, lo necesario, lo racional y el saber económico se muestra en su desnuda condición de decorado retórico de un proyecto político que aspira al poder. Que aspira a poner nuevamente la política democrática al servicio de lo más concentrado del capital. De lo que se está hablando, finalmente, es del poder político.







sábado, 18 de enero de 2014

ENCHUFADOS O DOMINADOS







Argentina Conectada, promovido desde el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, es un plan nacional quinquenal de telecomunicaciones. Se puede agregar que es el plan más ambicioso en esa materia de toda la región, en un contexto marcado por las revelaciones de Edward Snowden, que dejan en claro el desequilibrio que existe en las comunicaciones globales, sobre todo en Internet.

Entre los objetivos de Argentina Conectada está la construcción de una Red Federal de Fibra óptica de 60.000 km., a lo largo y ancho de todo el país, en un lapso de 5 años y con una inversión total que será de $ 8.000 millones, una forma de garantizar un acceso más homogéneo al interior del país. Esta pata del plan es fundamental. La fibra óptica es el sistema nervioso de la era digital. Por allí circulan los pulsos de luz que codifican los bits usados por los distintos dispositivos, desde la nueva televisión digital, Internet, telefonía IP, video streaming, telefonía celular y más. En el último año y medio se tendieron los primeros 25.000 km. de fibra óptica previstos por el plan, que ya están listos para comenzar a ser “iluminados”, es decir, para transmitir información. En los 20 años anteriores, todos los privados sumados habían instalado más o menos la misma cantidad y sólo en las áreas rentables, es decir, en los grandes centros urbanos, lo que da una idea de la dimensión del plan.

La red es imprescindible para que la accesibilidad sea un derecho universal y una realidad concreta. Es que la fibra óptica permitirá alcanzar el 98 por ciento de los centros urbanos del país, por más pequeños que sean, mientras que para el restante 2 por ciento, sobre todo en zonas rurales, se está brindando otro tipo de acceso, por ejemplo, satelital. No es poco, pero en la era digital todavía es necesario más. En países como Italia, con una novena parte del territorio argentino, hay 80.000 km. tendidos, aproximadamente la misma cantidad que tendrá nuestro país en tres años más si todo sigue como estaba previsto.

La columna vertebral del sistema une Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y San Luis. Desde ella se abre en abanicos para alcanzar a todas las provincias y municipios. Todos estos cables abrevan en un gigantesco data center de Ar-Sat (Empresa Argentina de Soluciones Satelitales S. A.) construido en Benavídez, provincia de Buenos Aires, desde donde se orquestan todas las patas del proyecto. Esta empresa del Estado, conocida por ser una de las desarrolladoras de los satélites argentinos de telecomunicaciones, es también el corazón técnico de las políticas telecomunicacionales de Argentina.

Los caños dan el acceso pero, ¿para qué y cómo lo queremos?


Una red, muchas capas

Emmanuel Jaffrot es el secretario técnico y académico de Argentina Conectada, además de ingeniero en Electrónica y doctor en Telecomunicaciones de la Escuela Superior de Telecomunicaciones de Francia, país de donde es originario. Es también una de las voces más informadas sobre el plan: “Argentina Conectada es mucho más que poner cables con fibra óptica. Hay una mirada estratégica sobre las comunicaciones y el rol fundamental que tiene para el desarrollo del país”.

Por eso el plan tiene muchas patas. Una de las fundamentales es generar recursos humanos capaces de acompañar un crecimiento en el área de las telecomunicaciones en tiempos digitales. Para eso está trabajando en la creación de la carrera de Ingeniería en telecomunicaciones en varias universidades, como la Unsam, Río Negro, el Instituto Balseiro y otras. Además, se está intentando reconfigurar las carreras de Ingeniería electrónica existentes para que ofrezcan 4 o 5 materias optativas con orientación en nuevas tecnologías telecomunicacionales. También se busca que los nuevos ingenieros, por medio de un convenio con el Ministerio de Educación, tengan conocimientos básicos en aspectos sociales, políticos y jurídicos, es decir, que entiendan que la tecnología no es neutral y que a través de ella también se afecta a la sociedad. “Necesitamos funcionarios capacitados, gente que tome decisiones en la gestión pública, en los municipios, en las provincias, que tengan noción de lo que son las telecomunicaciones. Muchas veces a nivel de funcionario hay un desconocimiento del impacto de las políticas en este sentido”, reconoce Jaffrot.

“La red que estamos instalando tiene 48 pelos de fibra óptica”, continúa. “Con sólo dos de ellos podés poner 80 canales de 100 GB/segundo cada uno.” Para quienes estos números no signifiquen demasiado sirve saber que una computadora hogareña con acceso por ADSL suele recibir (al menos teóricamente, según dice el contrato) unos 3 mega/segundo, es decir, 0,003 GB. ¿Para qué tanta velocidad y caudal de información? ¿Qué se va a transmitir por ahí?

“De todo –responde Jaffrot–. La red de fibra óptica que estamos instalando va a tener muchas capas de uso. En primer lugar va a dar conexión a Internet con buena velocidad y precios más razonables en todo el país. Argentina Conectada no va a ofrecer servicio a individuos, pero les va a dar ancho de banda a distintos proveedores de Internet.” Actualmente, el mismo ancho de banda en Buenos Aires puede costar nueve veces más en Mendoza. Es decir, que una vez alejado de las tres o cuatro principales ciudades del país, el servicio resulta malo y caro por la estructura de la red que se instaló desde la lógica del mercado.

Pero hoy en día no sólo Internet utiliza la fibra óptica para las comunicaciones. Las redes móviles, por ejemplo, las usan para conectar sus antenas con la central. Una buena red, por lo tanto, permitirá mejorar la cobertura en un rubro donde el Estado argentino resulta un jugador importante, porque conservó para sí un 25 por ciento del espectro. Aún no está claro cómo lo gestionará, pero se especula con la posibilidad de que se transforme en un mayorista que permita a pymes o cooperativas ingresar a un mercado que requiere inversiones enormes.

Otra pata no menor del proyecto es controlar directamente las comunicaciones del Estado. Este punto es clave en un contexto internacional en el que el espionaje es cada vez más abierto. “La Argentina tiene mucha información sensible: tenemos YPF, nuestros propios satélites, información agrícola y demás que circula por redes que no controlamos y que les interesa a otros países”, asegura el funcionario, quien reconoce que ha perdido ingenuidad y es consciente de que todo el hardware y software que se usa tiene puertas traseras, y sufre monitoreos permanentes. “Tener cables propios que controlás te permite establecer niveles de seguridad. Podés poner el nivel más bajo para el uso cotidiano de la población, pero aumentarlo a medida que lo hacen las responsabilidades a nivel municipal, provincial, nacional o el mismo Ejecutivo. Tener cables propios, hardware que conozcas o que desarrolles, y software libre, que sepas cómo funciona, te permite mejorar los niveles de seguridad.”

El Estado puede darle múltiples usos al tendido: “El plan es armar una Red Federal de Servicios Gubernamentales con muchas capas: una de educación, una de salud, una de desarrollo social, de tecnología, de lo que se te ocurra. Estamos hablando a nivel municipal, provincial, nacional”. Un ejemplo de usos potenciales es el convenio que firmaron en agosto del año pasado el Incaa (Instituto de Cine y Arte Audiovisual) y Ar-Sat para la digitalización de 150 salas de cine. El convenio incluye la compra de equipos para proyección de 2 y 4K, sonido 7.1 y un software de gestión de salas. Obviamente, el ancho de banda es crucial para transmitir las películas hasta los cines.

Y desde el Ministerio de Planificación, junto con otros organismos del Estado, se están armando distintos programas para brindar servicios y contenidos. Un ejemplo es Bacua, el Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentinos: “Es un repositorio con producciones financiadas por el Estado o cedidas a él en forma gratuita. Lo puede usar cualquier canal. La nueva Ley de Servicios Audiovisuales establece una cuota mínima de pantalla argentina del 60 por ciento, y hay canales chicos que no pueden sostener semejante proporción de producción propia. Ellos pueden usar este material”. Este repositorio se vincula a su vez con distintas promociones hechas para producción para la TDA (Televisión Digital Abierta).


A lo previsto y más allá

Estos son unos pocos ejemplos de lo que es posible. “Esta infraestructura va a durar al menos 30 años. Sabemos para qué la queremos ahora, pero una vez que está los usos son imprevisibles.” Emmanuel Jaffrot ilustra con una metáfora: “Pensá que hace 5 años, con un ancho de banda de 512 K uno usaba Internet de una manera, y ahora por ahí tenés 3 mega y aprovechás otras cosas”.

Conectar Igualdad, del Ministerio de Educación y de Anses, es un complemento necesario de Argentina Conectada. Las 3,8 millones de máquinas ya distribuidas entre los estudiantes secundarios de todo el país son fundamentales para el acceso real de los hogares. Conectados a una verdadera red federal, sus usos se mutiplicarán. Todas las herramientas que se proponen desde ese programa apuntan a que los chicos sean productores, no sólo consumidores de servicios.

“Lo clave es instalar que la conectividad es un derecho. Porque entendemos que la comunicación, desde el principio de los tiempos, es una batalla del ser humano. Es importante que cada persona pueda acceder a la misma información. Ese es un factor de desarrollo personal fundamental”, cierra Jaffrot.

Argentina quiere meterse de lleno en el mundo digital, pero tomando todos los resguardos que sea posible. No será fácil porque la brecha tecnológica con los países desarrollados es grande, pero hay herramientas y planes para reducirla. En resumen, el siglo XXII nos encontrará enchufados de manera soberana o dominados.









miércoles, 15 de enero de 2014

NIÑOS X GELMAN


























«... Y es algo verdaderamente admirable en estos Dürftiger Zeite, estos tiempos mezquinos, estos tiempos de penuria, como los calificaba Hölderlin preguntándose Wozu Dichter, para qué poetas. ¿Qué hubiera dicho hoy, en un mundo en el que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza? Me pregunto cuántos habrán fallecido desde que comencé a decir estas palabras. Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte...»


Discurso completo de Juan Gelman
Premio Cervantes 2007




NIÑOS

un niño hunde la mano en su fiebre y saca astros que tira
al aire / y ninguno ve
yo tampoco los veo /
yo sólo veo un niño con fiebre que tiene los ojos cerrados
y ve
animalitos que pasan por el cielo pacen en su temblor
yo no veo esos animalitos /
yo veo al niño que ve animalitos
y me pregunto por qué esto pasa hoy
¿pasaría otra cosa ayer? /
¿se sacaría el niño mucha pena
del alma ayer? / yo sólo sé que el niño tiene fiebre
tiene el alma cerrada y la hunde
en las cenizas que dejará porque ardió
pero ¿es así? / ¿hunde su alma en las cenizas de sí / un
árbol
mira detrás de la ventana al sol
hay sol /
detrás de la ventana hay un árbol en la calle
ahora por la calle pasa un niño con una mano en el bolsillo
del pantalón
está contento y saca la mano del bolsillo
abre la mano y suelta fiebres que ninguno ve
yo tampoco las veo /
yo sólo veo su palma abierta a la luz
y él / ¿qué ve?
¿ve bueyes que tiran del sol?
yo no sé nada /
no sé qué ve el niño de la mano en el pantalón
ni el niño que tiene fiebre y ve los huesos del Atlántico
y los huesos de todos los mares revueltos en su corazón
yo no veo nada / no sé nada
ni sé en qué día nací /
conozco la fecha pero no el día en que nací
¿o ese día es este día en que muero por enésima vez?
¿es este día en que todos los que han muerto
se vuelven a morir conmigo? / ¿o yo con ellos?
¿en esta luz dulcísima y abierta? /
¿y qué hace el niño con esta luz en su palma?
¿mientras todos trabajan para hacer dinero fuera de esta
luz?
¿encerrados afuera de esta luz que es imposible mirar sin
una luz adentro? /
¿sin un amor con pena adentro?
ahora pasan las cartas que nunca me escribiste
hijo / vos / que tanto nacés de esta luz /
tus cartas tienen fiebres de las que no sé nada
y nunca sabré nada /
parecen pajaritos que vuelan con su serenidad
astros que tiraste al aire y ninguno ve /
yo no los veo ni los ve mi dolor inseguro
pensabas en una vida más limpia que ésta
una vida que se podía lavar
tender al sol de tu bondad /
una vida llena de rostros como viajes
¿dónde están esos rostros / esos viajes?
la vida está desnuda como un mar sin orillas
y no puedo volver la vida atrás
llevarla hasta tu cuna
ni llevarla adelante /
yo soy menos real que la mesa donde como
yo como para ser real como el árbol detrás de la ventana
ahora un niño se le paró al lado /
saca la mano del bolsillo del pantalón
abre su palma a la luz
y piensa que la muerte es la muerte
y no más que eso.











sábado, 11 de enero de 2014

EL PARARRAYOS








Eldo Avila, principal referente en el país en la investigación de descargas eléctricas, explica que los rayos buscan los lugares más altos: un edificio, un árbol o una persona. “También van a elegir el agua, porque es conductora.”


En la Argentina, las tormentas con descargas eléctricas son frecuentes en los veranos. “Todos los veranos tenemos este tipo de tormentas peligrosas. Se puede hacer algo, educar en seguridad, porque la gente tiene que saber un poco más, tener real dimensión de lo peligrosa que puede ser una tormenta así en un lugar abierto, descampado”, señala Eldo Avila, profesor de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba, e investigador del Conicet. En diálogo con Página/12, Avila explicó algunos mecanismos de los fenómenos de electricidad atmosférica y señaló los cuidados que cualquiera puede tomar fácilmente ante la eventualidad de tormentas que “entre noviembre y marzo son normales en nuestro país”. Pero advirtió que “la presencia de pararrayos en una playa no garantiza seguridad”.

En el verano, dijo el especialista, “se forman nubes que tienen desarrollo vertical, es decir, una altura mayor que en el invierno”. Eso incide en su peligrosidad, en lo que a actividad eléctrica se refiere: “Cuanto más altas son las nubes, más peligrosas resultan porque pueden desarrollar granizo, precipitaciones intensas, vientos muy fuertes y descargas eléctricas. Todo viene como en un combo”. Son nubes que se forman “con altas temperaturas y con mucho vapor de agua”.

Estas nubes pueden producir dos tipos de descargas eléctricas, advierte Avila. “Una es el relámpago, que es una descarga que ocurre dentro de la nube, entre una región y otra de la nube, que se conectan eléctricamente y se ve esa línea luminosa. El relámpago es una carga eléctrica que se neutraliza pero nunca llega a tierra. No es peligrosa.” Por el contrario, “la descarga peligrosa es cuando se conecta una región de la nube con la superficie de la tierra: el rayo. Baja muchísima carga eléctrica en décimas de segundo”. Avila grafica: “No hay ninguna máquina hecha por el ser humano que pueda transportar la carga eléctrica que transporta un rayo en ese tiempo”. Se trata de una energía que podría alcanzar los 30 mil amperes en un instante, cuando “cualquier artefacto eléctrico doméstico consume, en promedio, un amper”. “El canal de un rayo, que es esa línea que se ve cuando baja la descarga, tiene una temperatura de 5 mil grados centígrados. Donde pega, destruye”, agrega el especialista.

Si la descarga eléctrica de la nube va a liberarse sobre otra nube o en la superficie terrestre, no puede predecirse. “La nube descarga donde le conviene. Pero esa bajada no es continua, sucede como en cámara lenta. Cuando está a 30, 40, 50 metros de la tierra, el rayo detecta lo más puntiagudo de la superficie, porque eso es lo que tiene el potencial eléctrico más alto, y el rayo, que tiene potencial eléctrico alto, también es atraído por eso. En un lugar muy llano, como en la zona de la pampa, un árbol es una punta. En un campo sin árboles, una persona es una punta”. Sin embargo, si lo más alto del terreno se encuentra más distante del lugar donde puede descargar la nube, el rayo caerá sobre algo de menor altura pero más cercano. “Si a punto de tocar superficie, tiene una persona cerca y un pararrayos a 100 metros, va a elegir a la persona.”

Por ello, en las ciudades los pararrayos son eficaces, pero en lugares llanos y despejados como una playa no funcionarían. “La presencia de un pararrayos no garantiza seguridad, por eso llenar la playa de pararrayos no serviría más que para arruinar el lugar.” En las ciudades, es diferente “porque hay edificios y lo más probable es que caiga sobre un edificio, y la persona que está dentro está protegida”.

Las descargas eléctricas de las nubes, además, privilegian caer sobre objetos metálicos, pero no pequeños, como la cajita metálica que puede haber en una carpa de la playa, sino “algo metálico de un volumen importante, como las casillas que hay en Córdoba para esperar los colectivos urbanos”. El rayo también “va a elegir el agua, porque el agua es conductora. Si una persona está en una pileta y un rayo cae cerca, lo va a afectar, lo puede dañar seriamente. No hace falta que el rayo te caiga encima para que te dañe”.

Avila señala que “lo mejor es protegerse dentro de una construcción de mampostería”. Bajo techo, “no hay que estar cerca de las ventanas si las ventanas tienen aberturas metálicas, porque si un rayo descarga en la construcción, esa carga se va a conducir por toda la estructura metálica que tenga la casa, sean cañerías o aberturas metálicas”. En caso de que la tormenta arrecie puertas afuera, en un descampado sin construcciones cercanas, “lo menos malo es un automóvil”. “El auto, si bien es metálico, cuenta con el efecto aislante de las ruedas, que son de goma. Entonces, si hay una persona dentro del auto cuando le pega un rayo, y si esa persona no está tocando la chapa, se puede salvar. La electricidad se desparrama por el metal.”









Rayos: "Puede reducirse el porcentaje de víctimas"

Las tormentas eléctricas constituyen el fenómeno natural que más muertes produce en promedio por año en Argentina, llegando a medio centenar de víctimas. Pero este saldo podría reducirse significativamente utilizando dispositivos "no muy costosos", una especie de "sensores de relámpagos y detectores de nubes con continuidad empleando webcam o cámaras similares", ubicados en las estaciones meteorológicas que monitorean las tormentas en tiempo real.

"Los países desarrollados ya cuentan con detectores que alertan la llegada de relámpagos. Esto debería ser obligatorio en nuestro país. Entonces, con toda esta información y, por supuesto, conectado con Defensa Civil y el Servicio Meteorológico Nacional, se podría tener un dato muy fehaciente sobre la influencia de estos fenómenos en un determinado lugar", asegura el director del Área de Física de la Atmósfera y Radiación Solar del Instituto de Física de Rosario, Rubén Piacentini.

Según el investigador rosarino, los dispositivos equipados con sensores de relámpagos y con cámaras de registro continuo de imágenes permiten seguir las nubes, anticipando la detección de aquellas tormentas que se desarrollan muy rápido y que los radares sólo pueden registrar en intervalos de unos diez minutos. En particular, los sensores de relámpagos no son de carácter obligatorio en lugares de alta concurrencia en Argentina, como sucede en Europa y Estados Unidos.

Una vez implementado este sistema, la tecnología permitirá que la información llegue a las personas directamente, por ejemplo, a través del celular o de los medios de comunicación masivos, en forma de advertencia.

"Lo que nosotros aconsejamos es que en lugares donde hay mucha concentración de gente, como canchas de futbol, piscinas, y en la playa, se pongan sensores de alerta para que la gente pueda resguardarse en aquellos sitios protegidos con pararrayos", recomienda Piacentini.

En el último año se registraron alrededor de 50 muertos en todo el país por la caída de rayos. "Yo creo que se puede reducir este porcentaje cuanto mayor sean los sistemas de protección, porque se trata del fenómeno natural que más muertes produce en promedio por año", asegura el director del Área de Física de la Atmósfera y Radiación Solar del Instituto de Física de Rosario.

Consultado acerca de las medidas preventivas, el investigador aseguró que la mejor protección ante los relámpagos es un automóvil, porque tiene una estructura metálica y en su interior el campo eléctrico es constante, dado que el principal problema es la diferencia de potencial.

"Una persona parada es como si tuviera los dos pies como dos enchufes en la tierra cuando cae un rayo, entonces se genera una diferencia de potencial en el suelo entre un pie y el otro y eso, si está muy cerca de donde se descargó el rayo, le puede ocasionar graves lesiones y hasta la muerte", explica.

Otra recomendación es mantener las piernas juntas con las manos en los oídos para evitar lesiones auditivas, alejarse de las rejas, puertas y ventanas, evitar lugares altos y espacios abiertos, y no utilizar teléfonos fijos, entre otros consejos.






miércoles, 8 de enero de 2014

PAÍS CIENCIA








Convergencia entre ciencia y sociedad para la inclusión. La plataforma País Ciencia busca acercar la investigación científica a los colegios y barrios con el objetivo de despertar la vocación por la ciencia en los jóvenes. El proyecto, asociado al Conicet, es una experiencia de democratización del conocimiento.

DIALOGO CON CLAUDIO FERNANDEZ, DIRECTOR DEL LABORATORIO MAX PLANCK DE ROSARIO...



–Cuénteme ¿a qué se dedica?

–Soy doctor en Química biológica, dirijo el Laboratorio Max Planck de Biología Estructural, Química y Biofísica Molecular de Rosario. Soy director de la primera plataforma tecnológica de diseño y descubrimiento de fármacos en fase preclínica de Latinoamérica. Dirijo también un doctorado internacional organizado entre la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de Göttingen, en el área de la Biomedicina y Biociencias Moleculares. Göttingen es una ciudad alemana de 120 mil habitantes; su universidad tiene la impresionante cifra de 46 premios Nobel asociados. Allí fui jefe de grupo hasta el año 2005. El último Premio Nobel de Medicina es de la Universidad de Göttingen. Ellos son nuestros socios.

–¿Cuándo volvió usted al país?

–En 2004 y 2005, junto a otros argentinos, lideramos una línea de trabajo que dio lugar a significativos avances en el área de enfermedades neurodegenerativas, en particular la vinculada con el mal de Parkinson. Mi trabajo científico fue repatriado en el año 2006, a través de la adquisición del primer espectrómetro de resonancia magnética nuclear de alto campo para nuestro sistema científico, que fue el segundo equipo en su tipo en ser instalado en la región.

–Y además está trabajando en un plan de comunicación de la ciencia del Conicet.

–Estamos avanzando con un proyecto para la creación de una plataforma orientada a la socialización de la ciencia llamada País Ciencia. Su objetivo es generar igualdad de oportunidades y despertar vocaciones científicas. Es un proyecto que, asociado al Conicet y otros organismos nacionales, proyectará a nivel nacional una experiencia de comunicación pública de la ciencia y democratización del conocimiento nacida en el municipio santafesino de Granadero Baigorria, donde funciona el Centro de Estímulo al Desarrollo del Conocimiento (Cedec), que es el modelo. Los otros actores involucrados son la Universidad Nacional de Rosario, la Subsecretaría de Gestión de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación y el Ministerio de Planificación Federal de la Nación.

–¿Qué tiene pensado hacer? La inclusión de la ciencia tiene muchas corrientes... y hay cosas con las que nadie sabe qué hacer, por ejemplo: la matemática.

–Vamos a coordinar acciones entre escuelas, universidades, organismos de ciencia y tecnología, y el conjunto de la sociedad. Será una herramienta educativa, inclusiva, que se ocupará de promover la socialización del conocimiento, así como de fomentar la creación de una red de centros o nodos territoriales. Queremos generar instancias de reflexión en torno del conocimiento científico situado en su contexto territorial. Hasta ahora muchas de las acciones de comunicación pública de la ciencia se han generado en el marco de pensar la relación “ciencia y sociedad” bajo los parámetros de la hipótesis del déficit cognitivo. Mi postura es tratar de desmitificar el rol del científico y pensar el conocimiento como un bien social.

–Entiendo. Yo trato de hacer las entrevistas acá en un café para sacar al científico del laboratorio, porque el científico muchas veces cuando habla lo hace para sus colegas, entonces acá no tiene el código del laboratorio. La ciencia no es sólo ciencia, la ciencia es filosofía y es historia de la ciencia. Hay que saber de dónde venimos...

–Eso queremos con este programa, que los investigadores y comunicadores de la ciencia expliquen a la sociedad de manera amena. Comparto, es necesario poner en valor todo lo que se hace desde el año 2003 en ciencia y tecnología en nuestro país. La política de Estado de ciencia y tecnología es concreta y tiene un correlato social. Es necesario que se la valore porque no alcanza con que la defendamos los científicos desde el laboratorio. Se va a defender en tanto y en cuanto la gente sepa respecto del valor del conocimiento científico, sus impactos y beneficios. Para eso es fundamental comunicar, concientizar y ampliar la cultura científica de la gente.

–Yo dirigí ocho años el Planetario de la ciudad de Buenos Aires. Nuestra postura era: la ciencia es propiedad de todos. Pero cuando decíamos todos, decíamos todos. Por eso hicimos un planetario para ciegos, para sordos, hicimos cafés científicos, fuimos a las villas. La idea era: como es de todos, es también para los que no pueden venir.

–Ahí está la clave, en que nosotros como investigadores nos acerquemos. Esa es la génesis del proyecto. Queremos conversar sobre ciencia en todos los barrios y localidades. Ahí uno como investigador científico toma conciencia de la realidad. En la villa, al chico no le importa que le expliques el principio de Bernoulli. Quieren saber, por ejemplo, cómo se hacen las plantas de potabilización de agua. Allí se toma conciencia de para quién estás trabajando, porque la ciencia y la tecnología no se agota en una proteína en un tubo de ensayo. Sólo se realiza cuando es orientada a un fin colectivo y es apropiada por la gente.

–Entiendo. También es mucho lo que se consigue cuando se les muestra un telescopio, una bacteria con un microscopio...

–Nosotros escuchamos lo que nos piden los chicos y los docentes en las escuelas de las villas. Ellos quieren aprehender un conocimiento que impacte en su calidad de vida. Sin dudas representa una superación de la comunicación de la ciencia como colección de anécdotas o datos curiosos. Estamos pensando en proyectos que enseñan a desarrollar, por ejemplo, una planta potabilizadora de agua, o cómo hacer que la basura, que contiene un alto porcentaje de materia orgánica, pueda generar biogás o biocombustible. Una parte del programa que estamos desarrollando consiste en generar fondos semilla, lo necesario para que esa escuela pueda concretar un proyecto con investigadores del Conicet.

–¿Cuál estima que será el efecto de este plan?

–Son múltiples, el chico de la villa va a tener una vivencia transformadora vinculada al conocimiento científico. Va a conocer que existen instituciones de ciencia y tecnología, conformadas por personas que trabajan de científicos. Y a los investigadores los invitamos a salir de su territorio habitual porque el laburo lo tienen que hacer en la villa.

–¿Y usted qué les dice?

–Los invito a participar y que dejen atrás sus prejuicios. Les digo que hay que desacralizar la ciencia y hacer entender que la ciencia no es para genios. De nada sirve pasar seis meses dando conferencias en el exterior, si acá la gente no entiende el quehacer científico tecnológico. Para que la sociedad se interese, se informe, pregunte, entienda y valore, hay que educar incluso a los investigadores. Hay que invitarlos a salir del laboratorio, porque mayoritariamente salen formados en su disciplina y tienen cierta lejanía con la sociedad. El desafío es, como ha dicho la propia presidenta de la Nación, que en las universidades nacionales la matrícula sea en un gran porcentaje de hijos de trabajadores, y que se reciban. Para eso hay que generar una escuela de científicos con compromiso social.

–¿Ya tienen armado el programa de acciones?

–Sí, el programa, además del componente de comunicación pública de la ciencia, tiene otro que son las pasantías científicas para que los estudiantes vengan a nuestros laboratorios de investigación científica u otros organismos públicos a hacer actividades, porque el problema que estamos teniendo es que, independientemente del estrato social, los jóvenes están desinformados y se pierden vocaciones. Nosotros perdemos muchas vocaciones en el último y anteúltimo año de la secundaria, porque los chicos no saben para dónde seguir. El programa pretende vehiculizar esas vocaciones. Hay que ir al encuentro de estos estudiantes, yo creo que eso es parte del rol del científico.

–¿Qué más piensan hacer?

–Vamos a brindar cursos de capacitación para los docentes de escuelas secundarias, vamos a dar capacitación a investigadores para enseñarles a hacer comunicación pública de la ciencia. Vamos a generar contenido audiovisual, vamos a tener una plataforma web con módulos virtuales, con contenidos para que puedan ser utilizados en las escuelas por los chicos directamente, y vamos a tener un laboratorio móvil para poder llegar a los lugares más lejanos. Es un proyecto que ataca el problema de la brecha entre ciencia y sociedad en forma integral, y que además tiene actores que tienen que ver con la generación de política científica, generación de política educativa y el territorio. Tenemos muchas expectativas de poder replicar a nivel federal el éxito que este proyecto ha tenido en Santa Fe y Buenos Aires.











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