Muchas de las fotos de este blog son de Ramiro Sisco con la comunidad Pilagá, en Las Lomitas, provincia de Formosa, Argentina.

domingo, 28 de abril de 2013

31 A 0










Al aproximarse dos fechas clave (la del fallo definitivo sobre la ley audiovisual, la de las elecciones), tanto la oposición mediática como sus apéndices políticos entraron en un estado de sobreexcitación. Su propósito es minar, corroer, derruir a un gobierno que está capeando la peor crisis global en ochenta años con preservación del empleo, pese a la desaceleración brusca del crecimiento. La oposición mediática pasa el test de las expectativas racionales: el diario La Nación goza de una medida cautelar por la que desde hace diez años no paga impuestos que la AFIP estima en 280 millones de pesos y el Grupo Clarín arriesga su desmembramiento de aplicarse la ley audiovisual. La Cámara Civil y Comercial declaró inconstitucionales las cláusulas que interesan al Grupo: aquellas que obligan a elegir entre una licencia de televisión abierta o una por suscripción y que sólo permiten una señal de contenidos a quien opere una licencia de cable. Esto le permitiría conservar Canal 13, Cablevisión, TN y todas sus señales deportivas, artísticas y de entretenimiento. Además, su diario insignia padece una merma constante de ejemplares. Según el portal “Diario sobre Diarios”, las ventas de Clarín vienen en caída libre desde hace siete años y en 2012 fueron inferiores a las de 1960, cuando la Argentina tenía la mitad de habitantes que hoy. La Nación ha logrado mejorar el promedio semanal, gracias a su tarjeta de descuentos que se obtiene con el dominical, estrategia que ahora está implementando también Clarín, con su tarjeta 6-7-8. Perdón, 365.

La oposición política es más desconcertante, porque sus intereses no son económicos sino electorales y el camino elegido ya ha probado su ineficacia. Los gritos, los insultos, los botellazos, los manotones sobre el micrófono y la renuncia a debatir los proyectos no son prueba de fortaleza sino de impotencia. Es el camino que el radicalismo sigue desde la Convención Constituyente de 1949, que abandonó airado, privándose de discutir cuestiones de fondo, en las que su plataforma electoral no era antagónica a la del peronismo. Lo continuó en 1989 y 2001, con las renuncias de Alfonsín y De la Rúa a la presidencia, y en 2009, cuando la Cámara de Diputados votó la ley audiovisual. Si la UCR no logró destruir la República cuando gobernó, más improbable resulta que lo consiga ahora. La exasperación llegó al extremo de convocar a impedir que sesionara el Congreso (Elisa Carrió) o, en el modo más ambiguo de un buen abogado, a que el pueblo movilizado impidiera la sanción de los proyectos oficiales (Ricardo Gil Lavedra). Si en el Senado los bloques minoritarios discutieron en el recinto el contenido de las leyes, en Diputados casi todos los discursos fueron invectivas desmelenadas contra el gobierno y sus propósitos diabólicos, cuyo destinatario no eran las pocas bancas ocupadas sino las pantallas de televisión y posibles demandas de inconstitucionalidad posteriores, como también ocurrió con la ley audiovisual.

Estimulados por haber podido poner el pie en la movilización del 18 de abril, los dirigentes partidarios opuestos al gobierno convocaron a movilizarse sobre el Congreso durante el debate y montaron una carpa en la Plaza, con la explícita intención de reproducir el clima de 2008, cuando se discutieron las retenciones móviles. Con ser numerosa, la plaza del 18 mostró una disminución respecto de las convocatorias de septiembre y noviembre de 2012, que tal vez se deba a la insatisfacción que los protestones sienten también respecto de la oposición política. Patricia Bullrich se atribuyó su organización, anunció su candidatura presidencial y en un alarde de coherencia se abrazó hasta con Hugo Moyano. La cita sobre el Congreso, en cambio, fue un fiasco completo. En el mejor momento no pasó de un par de miles y terminó en el ridículo cuando una voluntaria de 19 años contó que la habían dejado sola durante toda la noche, sin alimento, abrigo ni posibilidad de ir al baño.

En cualquier caso, el saldo de aquellas tres movilizaciones, en las que los únicos lesionados fueron los periodistas agredidos a golpes por manifestantes, en un caso desde atrás, contrasta con las que sucedieron al finalizar el gobierno radical, en las que la represión ordenada desde la presidencia provocó 31 muertos en la Capital. La misma violencia descontrolada aplicó el viernes la policía brava de Maurizio Macrì contra trabajadores, enfermos psiquiátricos y periodistas en el Hospital Borda de Barracas, sin mandato judicial, como se encargó de precisar el tribunal a cargo, cuya tarea simplificó el gobierno al demoler la construcción en litigio. Para ello, Macrì desconoció una medida cautelar vigente, por lo cual fue sancionado y sumará una nueva causa judicial, y se introdujo de lleno en el reino del revés al acusar a “un grupo violento” por el estropicio que hicieron sus canas, con atuendo y actitud de desembarcar en una aldea afgana poblada de talibanes. Macrì y su vicejefe María Vidal, dijeron con una impavidez envidiable que la policía sólo se defendió. Entre los heridos estuvo Pepe Mateos, el mismo reportero que en 2002 documentó el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en Avellaneda, pero cuyas imágenes no fueron divulgadas por Clarín hasta que este diario publicó las que había registrado Sergio Kowalewski, un fotógrafo colaborador de organismos defensores de los derechos humanos. Además de herirlo en la cara lo tumbaron en el suelo, lo esposaron a la espalda y se lo llevaron a los empujones. Entre el deseo expresado por el radical Ernesto Sanz, de que la economía vaya mal para que mejoren sus chances electorales, y la demostración de Macrì sobre cómo tratar con la protesta social y la prensa, queda claro qué le esperaría al país si los republicanos que exploran fórmulas de unidad desplazaran del gobierno a los autoritarios que vienen por todo. Esa es la única cuenta en la que la oposición vence con comodidad y, si se permite la palabra, por paliza: 31 muertos a 0.















miércoles, 24 de abril de 2013

LOS JUECES DE LA INJUSTICIA






Se ha dicho críticamente, en reiteradas oportunidades, que los cambios producidos en distintos ámbitos de la administración pública no tienen reflejo en el Poder Judicial de la Nación. Si bien es cierto que existen numerosos jueces que han demostrado su compromiso con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, no es menos cierto que la renovación necesaria de nombres manchados, algunos con sangre y otros de corrupción, aún no ha llegado de manera transformadora. Mucho menos se produjo cambio alguno en las estructuras y menos en las leyes. En este punto vengo sosteniendo desde hace tiempo que hace falta una profunda actualización de la legislación que acompañe y dinamice el proceso transformador que se inició en 2003.

Cuanto menos ha llegado la hora de poner fin al carácter feudal de un sector de la justicia que, sensible al poder económico hegemónico, actúa por sí, sin tener en cuenta ni el derecho ni los intereses de los ciudadanos.

La falta de transparencia y su carácter vitalicio de un grupo con poder que no rinde cuentas se ha constituido en una estructura de castas que intenta eternizarse.

Para la salud de la democracia se debe poner fin a la consecuente actitud de estos sectores que favorecen, en general, a las corporaciones económicas concentradas y, en particular, al grupo monopólico de medios de comunicación con el único fin de interrumpir el avance del proyecto nacional y popular.

El fallo de la Sala II de la Cámara Federal en lo Civil y Comercial en la causa en la que se intenta impedir la plena vigencia de la Ley de Servicios Audiovisuales es una muestra irrefutable de la utilización de la justicia en beneficio de los interés del Grupo Clarín, que otorgó prebendas a los miembros de este mismo tribunal como ha sido, entre otras cosas, el conocido viaje a Miami de sus integrantes.

Ha costado mucho en vidas y en esfuerzo llegar a construir una Argentina con futuro y equidad. Estamos en el camino correcto y esto es lo que más preocupa a la oposición nostálgica del pasado que, desesperada por el apoyo popular, intenta por cualquier medio evitar lo que ya presupone, un nuevo triunfo electoral en octubre de este año.

La recuperación moral, ética y económica llevada primero por Néstor Kirchner y ahora por Cristina Fernández de Kirchner es solida, y sus pilares son las políticas de Derechos Humanos, no sólo de reparación histórica, sino que tienen como premisa fundamental la eliminación de la desigualdad y la construcción de una sociedad con posibilidades para todos los ciudadanos. Para esto, el acceso a la información veraz, plural e independiente de los intereses de las corporaciones es fundamental.

Para continuar avanzando y profundizando los cambios en nuestro país es indispensable una justicia realmente independiente, y para que esto suceda debe ser aprobado el proyecto de democratización de la justicia impulsado por el gobierno nacional.









sábado, 20 de abril de 2013

CACEROLEROS SIN SU "CAPRILES"







La presidenta Cristina Fernández viajó a Caracas con los ecos de los cacerolazos. Allá como aquí, la sociedad está partida en dos. De un lado están quienes desean profundizar las trasnformaciones y del otro quienes las resisten. El chavismo y el kirchnerismo tienen no pocas peculiaridades, pero se emparentan al dividir claramente las aguas del centro hacia la izquierda y del centro a la derecha. Cuanto más densas son las transformaciones, mayores son las resistencias. Felizmente, el enfrentamiento no tiene aún aquí la violencia que estalló en Venezuela, tras las disputadas elecciones.

Pero la gran diferencia es que mientras la oposición venezolana tiene a un Henrique Capriles que fue capaz de disciplinar la acción del antichavismo, en la Argentina ese liderazgo no aparece. La ausencia de un referente que sintetice el clamor de los caceroleros quedó anteayer al desnudo por tercera vez, cuando miles de personas expresaron en las calles su rechazo al gobierno con reclamos heterogéneos y hasta con visiones encontradas. Coinciden en rechazar el modelo kirchnerista, pero no logran generar una propuesta alternativa. En realidad, no consiguen pasar de la queja a la política. En consecuencia, frente a la "mitad" kirchnerista no hay otra "mitad", sino varios fragmentos.

"¡Únanse!", fue la mayor demanda que recibieron los dirigente que participaron de la marcha del jueves. No parece distinto al reclamo que recibía Carlos "Chacho" Álvarez antes de constituir la Alianza que terminó en un estrepitoso fracaso. Y parece difícil de satisfacer.

Las alianzas contra natura, como las de Elisa Carrió con Fernando Pino Solanas, pueden durar una elección, pero no aguantan una acción común. ¿Qué podrían decidir juntos ambos dirigentes políticos si debieran resolver el futuro de los ferrocarriles o las retenciones a las exportaciones de soja? Carrió defiende la actividad privada y Solanas siempre soñó con trenes estatales. Ella no quiere retenciones y él las prefiere escalonadas. La diputada Victoria Donda puede consolidar una cooperativa electoral con Prat-Gay, pero difícilmente puedan ponerse de acuerdo en materia de Derechos Humanos o en la política exterior hacia América Latina.

El escenario montado en Plaza de Mayo para el jueves quedó vacío, como un mudo testigo de la imposibilidad de que un referente pudiera dirigirse a esa masa heterogénea. A diferencia de las marchas anteriores, hubo una gran presencia de dirigentes opositores. Pero ninguno puede sintetizar claramente la demanda cacerolera que, por otra parte, sigue teniendo agenda mediática y contenido antipolítico. Como lo apuntó el periodista Luis Bruchstein, tal vez el único orador en ese escenario podría haber sido Jorge Lanata. Contando cómo provocó un escándalo mediático internacional con dos fuentes muy poco confiables, que se autoincriminaron y se desdijeron dos días después, podría haber desatado una ovación.

Pese a haber alentado la protesta, el dirigente al que el oficialismo trata como principal adversario, Mauricio Macri, ni siquiera pudo salir a la calle. Más que unir, su figura divide. Un par de meses atrás, León Gieco dijo, desde un óptica progresista, que Macri "es una piedra en el zapato". Pero también es un estorbo para una alianza opositora.

El socialista Hermes Binner se ha corrido tanto a la derecha que tras afirmar que hubiera votado a Capriles, para mayor desencanto de muchos de sus compañeros, ahora condenó al populismo por las muertes en Venezuela, aunque los muertos fueron chavistas. Binner puede confluir con la UCR a nivel nacional, pero no llega a tragarse el sapo de Macri. Mucho menos se lo fumarían los diputados de la Unidad Popular, Claudio Lozano y Víctor de Genaro, quienes tampoco se fuman a Carrió, ni aprueban las alianzas de Donda.

Parece coherente. No es sano para la política que en favor de una idílica unidad se provoque un rejunte variopinto. La diversidad no es sólo un síntoma de desunión motivado en las perversas pretensiones personales, como lo percibe buena parte de la ciudadanía, sino la expresión de la pluralidad de ideas. ¿Qué pueden hacer juntos el Momo Benegas, Cecilia Pando, Raúl Castels, el rabino Bergman y Pino Solanas, más que oponerse?

Una parte de la derecha peronista no tiene pruritos con Macri, pero otros sueñan con que Daniel Scioli dé el salto. No obstante, el gobernador espera su turno con paciencia oriental y sólo lo daría si quedara claro que Cristina Fernández no será candidata. Prefiere esperar la elección de octubre, que medirá el estado de ánimo de los argentinos con mayor fidelidad que las nutridas manifestaciones caceroleras.

Si a los matices ideológicos se suman las pretensiones personales, se concluye que es difícil que cuaje la demanda de unidad opositora. Los argentinos llegarán entonces a la elección de octubre con una "mitad" unificada en el FPV y otra "mitad" partida en al menos tres fragmentos.

El kichnerismo contiene en su seno evidentes contradicciones, pero su éxito reside precisamente en haber amalgamado distintas tradiciones políticas en una fuerza que, con seguridad, será la que obtenga la mayor cantidad de votos en octubre a nivel nacional. Obviamente, no alcanzará el 54 por ciento de Cristina Fernández, pero con 15 puntos menos le alcanza. De nada valdrá que en la vereda de enfrente se hagan sumas que indiquen, como lo hizo Carrió en 2009, que la oposición fue la ganadora porque más de la mitad votó por opciones antikirchneristas.

El gobierno apareció entonces derrotado porque logró menos bancas y porque su jefe perdió en la estratégica Provincia de Buenos Aires, pero el FPV fue la fuerza más votada. La oposición intentó luego una acción coordinada en el Congreso con el llamado Grupo A, pero fracasó al no poder impulsar proyectos comunes. Al igual que los caceroleros se unieron contra el oficialismo, pero no superaron el "Son todos chorrros" o "Son todos vagos" y fueron castigados en 2011. La "mitad" antikirchenerista no es la mitad, sino varios fragmentos.

Es fácil coincidir en clamar por "una Justicia independiente". Pero después hay que precisar lo que significa esa consigna. Hay una cosa cierta: pocos argentinos deben creer que la justicia funciona razonablemente y no merece cambios. En vísperas del cacerolazo, la Cámara Civil y Comercial declaró inconstitucional un artículo de la Ley de Medios que perjudica a un grupo económico concentrado. ¿Es independiente esa justicia ? ¿O requiere cambios como cree el gobierno? Para comenzar, el kirchnerismo tiene propuestas y las lleva adelante en el Parlamento.

Seguramente, la reforma no modificará totalmente el perfil aristocrático del Poder Judicial. Pero salvo que crea que no hay nada que cambiar, la oposición podría empezar a escuchar el reclamo de "la gente" con una propuesta propia para transformar la justicia. Sería construir la unidad en la acción. Algo mucho más productivo que lanzar consignas altisonantes como las que refieren a un "golpe institucional" o a que "preparan la impunidad". Con títulos para los medios, se puede alcanzar buena repercusión, pero los caceroleros seguirán huérfanos.








domingo, 7 de abril de 2013

MACRI + BRUERA = 59 MUERTOS








El artículo 84 señala puntualmente que el castigo recaerá sobre aquel que "por imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o inobservancia de los reglamentos o los deberes a su cargo, causare a otro la muerte". Este delito prevé una prisión de seis meses a cinco años en caso de que hubiera un solo muerto y eleva el mínimo de la pena a dos años si tuviera un carácter agravado y las víctimas fatales fueran más de una. La figura del homicidio culposo, por ejemplo, puede aplicarse en el caso de un conductor que en estado de ebriedad o violando groseramente una normativa de tránsito mate a un individuo. En el homicidio culposo el sujeto en cuestión no tiene intenciones de matar pero la imprudencia, la negligencia o impericia, lo colocan como ejecutor de la vida de una o más personas.

¿El intendente de La Plata, Pablo Bruera y el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri podrían incluirse en esta figura del Código Penal?

En el caso de Bruera, el intendente platense, ya había sido advertido sobre la posibilidad de que se produjeran inundaciones si no llevaba adelante las obras que correspondían. La Universidad de Ingeniería de La Plata presentó oportunamente un informe que anticipaba lo que podría ocurrir y alertaba sobre la urbanización descontrolada. Como queda en evidencia en la edición de este sábado de Tiempo Argentino, Bruera hizo caso omiso a las advertencias y montó una enorme operación de prensa, es decir, llevó adelante un gran circo publicitario, pero al final congeló los planes para desarrollar las obras necesarias que evitaran que una precipitación muy fuerte se transformara, por arte de la impericia, la negligencia y la imprudencia, en una verdadera catástrofe. Entonces, Bruera estaba advertido y contaba con los elementos de juicio necesarios para inferir que, frente una fuerte lluvia, la ciudad de La Plata podría quedar bajo el agua. Nada hizo, sin embargo, para evitarlo y fallecieron al menos 51 personas. Además, hubo miles de evacuados y la situación en algunos partidos como Los Hornos y Tolosa es incluso más preocupante de lo que reflejan algunos medios.

El escenario político de Bruera tendría que empeorar si se toma en consideración que tenía un antecedente durante su propia gestión: en el febrero de 2008, las lluvias dejaron 90 mil evacuados y un muerto.

En marzo de 2010, La Plata volvió a inundarse. En condiciones normales, Bruera debería, al menos, dejar su cargo, porque debido a su inacción y negligencia perdieron la vida 51 personas. Bruera no sólo actuó de forma negligente, sino que como era consciente de su responsabilidad envió un tweet tratando de mostrarse en el lugar de los hechos cuando en realidad estaba vacacionando en Brasil.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner fue muy cauta en su paso por La Plata, pero dejó en claro las dudas que se abren sobre el futuro de Bruera. Cristina dijo que "habrá que auditar qué pasó, llama la atención lo que pasó en La Plata, el agua no escurrió hacia el río", y acotó: "Llama la atención que en Berisso y Ensenada no haya habido personas fallecidas, y en La Plata sí". La soledad de Bruera es evidente y sus tiempos políticos se acortaron.

 La situación de Mauricio Macri es distinta desde el punto de vista de su perspectiva política porque el alcalde porteño cuenta con un evidente paraguas mediático. Para ello, Macri rompió records de gastos en materia de publicidad. El gobierno porteño "invirtió" en el área comunicacional más de $265 millones, y ejecutó el 122% de un presupuesto inicial previsto en $ 217,18 millones.

Macri hizo todo lo que había que hacer para que las cosas salieran mal y la inundación terminara con la vida de 8 personas. Pero así como el agua cubrió a varios barrios porteños, la inundación de La Plata les sirvió a los medios "amigos" del macrismo para ocultar la negligencia que transformó una nueva inundación en un hecho delictivo producto de la impericia de su gobernante. En sólo 12 meses, la Ciudad registró 6 inundaciones (febrero, abril, octubre, noviembre y diciembre de 2012, y la reciente de abril de 2013).

En la última desgracia, el gobierno porteño conocía la existencia de una alerta meteorológica pero al igual que ocurrió en abril del año pasado nada se hizo para limpiar los desagües. Macri incluso naturalizó los temporales cuando en diciembre último presagió futuras tormentas y le echó la culpa al cambio climático, pero no llevó adelante ningún plan de crisis para morigerar sus consecuencias. El Programa de Desarrollo de la Infraestructura en la Red Pluvial, que podría haber permitido avanzar en las obras necesarias para evitar la tragedia, viene subejecutándose permanentemente en los últimos años.

En 2012 sólo ejecutó $ 12 millones de una partida presupuestaria de $ 234 millones. Macri pecó de desidia y las consecuencias fueron terribles.

Aníbal Ibarra tuvo que dejar a instancias del propio Macri y del vicejefe Jorge Telerman, la jefatura de gobierno porteño por el desastre de Cromagnon de 2004, que se llevó la vida de 194 personas. Por alguna extraña razón, la sociedad condena al sujeto que atropella con su coche a un peatón y huye, pero no responde con la misma virulencia cuando mueren personas porque un gobernante incumple su deber como funcionario público. Más allá de los juicios de valor, tanto Macri como Bruera deberían pagar su desidia con el ostracismo político, la mínima condena posible para un delito de negligencia cuyas consecuencias todavía lloran los familiares de 59 personas.






lunes, 1 de abril de 2013

MAMÁ FUE AL YOPIN









En el centro comercial Pak'n'Save en la ciudad de Wellingron, en Nueva Zelanda, alguien lo vio adentro del auto, solo, dormido, y tomó una foto del bebé y el cartel con un número de celular, en el que se ve el mensaje "Mami está haciendo compras. Llamala si necesito algo".


No importa el lugar, aquí también se consigue. Lo más grave no es el suceso sino la repetición. Es la regla y no la excepción. El sujeto neoliberal llegó para quedarse en la cabeza y el corazón de millones de personas que corren, fatigan, y mueren en pos de adquirir objetos, ropa, más dinero, viajes, todos recursos exteriores para intentar  llenar una vida vacía de sentido. En ese camino se pierden los vínculos y los afectos y hasta la propia subjetividad, el propio ser.

Y una sociedad con esta gente se llena de tilingos y caceroleros que claman por el dólar blu y expresan su odio en las redes sociales. Peligra la democracia cuando campea el individualismo fundamentalista...


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