Muchas de las fotos de este blog son de Ramiro Sisco con la comunidad Pilagá, en Las Lomitas, provincia de Formosa, Argentina.

domingo, 23 de septiembre de 2012

UNITARIOS Y FEDERALES






La marcha de protesta del jueves 13 sigue dando que hablar. Y está bien, no hay dudas de que fue una manifestación significativa y a esas demostraciones siempre es necio ningunearlas. El Gobierno bien hará en tomar nota de algunos reclamos.

Por eso no importa si la manifestación fue mayor o menor de lo que muchos esperaban. Fue nutrida y se comprende, porque en realidad no tuvo nada de espontánea. Se preparó muy bien: desde dos semanas antes era notable el papel movilizador de las redes sociales, y además el macrismo –aunque lo niegue– fogoneó entre bambalinas. Lo cual es lógico: gobiernan la ciudad, el año pasado obtuvieron el 60 por ciento de los votos y el intendente Macri tiene ambiciones presidenciales. Habría sido estúpido no operar en las sombras, como ahora lo es negarlo.

Del mismo modo, habría sido más sincero admitir que estuvieron detrás de la marcha. De hecho, TN se pasó toda esa noche aupando a personajes patéticos, como un irrecuperable señor Fernández, el pobrecito señor Bárbaro y el astuto millonario colombiano que es un todo terreno para definiciones apocalípticas, hasta que “recibieron” una llamada dizque espontánea del señor Macri.

Eso explica que la inmensa mayoría de los manifestantes fueron contra el gobierno nacional, pero no dijeron una sola palabra de la censura a los maestros porteños, la desatención hospitalaria o el negociado del Hospital Borda, y nada de los subtes abandonados, ni la mugre y la contaminación de todo tipo que impregna a Buenos Aires. Con todo lo cual estoy diciendo que fue un fenómeno, una vez más, porteño.

Cierto que se reprodujo con asistencias variadas en algunas (pocas) ciudades del interior, pero fue un asunto porteño. Un movimiento político, como tantos otros que se produjeron y producen, de la capital del país. Donde vive entre el 10 y el 15 por ciento de la población, buena parte de ella aturdida por el sonido y la furia de la exasperación, el resentimiento y la ansiedad.

En el Chaco, por ejemplo, ese jueves a la hora de la marcha no pasó nada. Y en la mayoría de las provincias, tampoco. Y me parece válido el señalamiento porque ya es tiempo de que alguien les diga a las dirigencias porteñas que muchos argentinos, millones, estamos hartos de esa soberbia capitalina que se apropió de nuestro gentilicio y cree representarnos.

Cierto que no se puede tapar el cielo con un dedo, pero tampoco cabe darle dimensiones nacionales a todo lo que sucede en un distrito históricamente remiso a las continuidades democráticas. ¿O hay que recordarle al país que todos los golpes de Estado se gestaron y produjeron en Buenos Aires? Todos los fragotes, todas las protestas populares, todas las inestabilidades destituyentes y todos los festejos ligeros fueron y son allí. Como si llenar u ocupar la Plaza de Mayo fuese una gesta representativa de la voluntad de la nación argentina. No lo es.

Por eso no hubo cacerolazos importantes más que en media docena de puntos del país, precisamente allí donde se hace eco el discurso neoliberal de muchos nostálgicos de Videla y de Cavallo, de Menem y del uno a uno que nos fundió la economía. Pregunten en Córdoba o Mendoza, por caso.

Es innegable que hay un sector de nuestra sociedad que está muy enojado. No hay que descalificar ese enojo, ni subestimarlo. Pero tampoco hay que atribuirle una importancia que no tiene. En ese contexto hay que subrayar que Buenos Aires no nos representa y es hora de que lo digamos. El otro día, un flaco, en el bar al que suelo ir, hizo este comentario, obviamente en broma: “¿Viste Cataluña? Quieren independizarse. ¿Qué tal si ayudamos a los porteños a que hagan como Cataluña?”. Enseguida saltaron dos de otra mesa, que entre maníes y quesitos hicieron su aporte: “Aguante la independencia porteña”, dijo uno al que llaman Toto. “Macri presidente, pero de Boca Unidos”, se carcajeó un tercero, para provocar a los correntinos del otro lado del río. Hubieran visto las caras de la concurrencia, los comentarios.

Curiosamente, fueron dos porteños notables que suelen enfrentarse en el debate intelectual los que, en mi opinión, mejor leyeron la manifestación. Horacio González, agudo y sereno como siempre, reconoció la realidad y señaló con justeza las posibles luces amarillas que el kirchnerismo debería visualizar. Y Beatriz Sarlo, con lucidez y atenuada ironía, recordó que “la clase media no debe convertirse en una clase maldita”, pero señalando a la vez lo que definió como “el drama” con estas palabras: “Detestar al kirchnerismo no produce política. Y hoy, en cualquier lugar del mundo, afirmar la primacía absoluta de los derechos individuales (yo hago lo que quiero con lo mío) es una versión patética y arcaica de lo que se cree liberalismo”.

En una democracia, la oposición y todos los disconformes con el gobierno de turno tienen todo el derecho de organizarse, como también tienen el deber de hacerlo. La libertad en la Argentina es absoluta y para ellos sólo debiera tratarse, entonces, de que se preparen para ganar las próximas elecciones y después las de 2015. Si es que pueden. Y si no, acompañar, les guste o no.








viernes, 21 de septiembre de 2012

¿POR QUÉ GLORIA Y LOOR A SARMIENTO?







El siguiente es el informe enviado a la Supervisión Escolar para que sea elevado a la Dirección de Primaria del Ministerio de Educación de CABA, por Enrique Samar, Director Escuela 23, Distrito Escolar 11.







GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
SECRETARÍA DE EDUCACIÓN

DISTRITO ESCOLAR N° 11

 

ESCUELA Nº 23

“2012, Año del Bicentenario de la Creación de la Bandera Argentina
                               

                                                              Buenos Aires,  07 de septiembre de 2012.-

INFORME Nº 126

MOTIVO: Dirección S/  Himno a Sarmiento


A LA SUPERVISIÓN ESCOLAR DEL D.E. 11:


                        La Dirección de la Escuela 23 del Distrito Escolar 11 Gral. Savio solicita se eleve a la Dirección de Primaria el presente informe.


                        Pocos personajes han sido, son y serán tan controvertidas como Sarmiento. Siempre se destacó el rol de Sarmiento como impulsor de la educación pública, masiva y gratuita. Nadie lo discute. Sin embargo no podemos separar lo bueno de lo malo ni ignorar lo bueno o ignorar lo malo. Sarmiento fue las dos cosas.


En el año 2007, los alumnos de sexto y séptimo grado le plantearon a su maestra que no querían cantar el Himno a Sarmiento. Desde la Dirección la respuesta fue que los alumnos debían investigar, debatir y luego exponer sus conclusiones en un pizarrón del patio. Así lo hicieron. Cuando llegó el momento del acto los felicité por su trabajo y por la valentía de exponer sus opiniones.




Algunas de las opiniones emitidas en ese año:




“Él discriminaba a las personas, por lo tanto no puede ser un ejemplo en la escuela “


“El valor que tenía la vida de los indígenas era NADA”


“No merece un himno porque decía que los indios no eran personas”


“No merece un himno porque discriminó y masacró a mucha gente”


“Respetar una cultura diferente significa aceptar a otro como es y respetar sus derechos”


“Aceptemos las diferencias y aprendamos a vivir todos juntos”


A partir de ese momento en todos los actos escolares se escucha el Himno a Sarmiento pero la inmensa mayoría de alumnos, padres y docentes nos negamos a cantarlo.




Algunas de las opiniones de los niños en el presente año:


“No queremos cantarlo porque hizo algunas cosas bien como construir escuelas, pero también muchas malas como maltratar y matar a indios y negros, pensaba en ellos como si fueran animales, mataba y perseguía a gauchos inocentes. Mató y mandó a los soldados a matar a los indios del sur, se quedó él y otras personas con las tierras que eran de los pueblos originarios, discriminaba a indios, negros, gauchos y campesinos. La escuela que creó no era para ellos

“Decidimos no cantar el himno a Sarmiento ya que a pesar de las cosas buenas que hizo para la educación de nuestro país, tuvo pensamientos y hechos crueles y racistas para los pueblos originarios”

“Por las barbaridades que dijo, los chicos de la escuela hemos decidido no cantar el himno a Sarmiento ya que no respetaba a los pueblos originarios y los discriminaba”


A continuación sumamos a la fundamentación :


La letra del himno habla de “la espada, la pluma y la palabra”. La pregunta que nos hacemos es a qué se refiere cuando habla de la espada.

¿Peleó Sarmiento contra los ingleses, combatió junto a Artigas contra los portugueses, enfrentó a los españoles junto a Güemes, Belgrano, San Martín ? La respuesta es no. La espada entonces a que hace referencia es la que masacró a indios, gauchos y a nuestros hermanos paraguayos. Nos negamos a cantar un himno que tiene esta letra.

Pero además Sarmiento expresó sus opiniones en innumerables ocasiones. Algunos ejemplos que no pueden ser tomadas como ejemplo por los niños y niñas de las escuelas públicas :


"Se nos habla de gauchos... La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos". 

                                                             Carta de Sarmiento a Mitre del 20/09/1861.



"Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos?. ¿Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer". 

                             Del discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires, 13/09/1859.



"¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado".

"El Progreso", 27/09/1844, "El Nacional", 19/05/1887, 25/11/1876 y 08/02/1879



"Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad ?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas".

                                                                       Carta de Sarmiento a Mitre del 24/09/1861.



"Necesitamos entrar por la fuerza en la nación; la guerra si es necesario" (1861). "Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier número que sean" (1866). "Es necesario emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre" (1844). "La invasión de las Malvinas por parte de los ingleses es útil para la civilización y el progreso",

 El Progreso, 28/12/1842. 
En el tomo 4º, pág. 12 de sus obras completas 
se lamenta de la derrota de los ingleses cuando nos invadieron.



"He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel paso... El gobierno argentino engañado por una falsa gloria, provoca una cuestión ociosa que no merece cambiar dos notas. Para Buenos Aires tal posesión es inútil. Magallanes pertenece a Chile y, quizá, toda la Patagonia... No se me ocurre , después de mis demostraciones, cómo se atreve el gobierno de Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos. Ni sombra ni pretexto de controversia le queda". El Progreso, 11 al 28 de noviembre de 1842 y "La Crónica", 11/03/1849, 04/08/1849 y 29/04/1849. "Es una tierra desértica, frígida e inútil. No vale la pena gastar un barril de pólvora en su defensa. ¿Por qué obstinarse en llevar adelante una ocupación nominal?".
                                                                                 
   "El Nacional", 19/07/1878.



"Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse". 
                                                             

Carta a Mitre de 1872.


 
 "La muerte de Benavídez es acción santa sobre un notorio malvado. Dios sea loado." 
                                                                      
     "El Nacional", 28/10/1859.



"En las provincias viven animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor".                               

                                                                                Informe a Mitre de 1863.



"Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota"

                                                                                                Discurso de 1866



"Las elecciones de 1857 fueron las más libres y más ordenadas que ha presentado la América". ( El Nacional, 13/10/1857). "Para ganarlas, nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror, que empleados hábilmente han dado este resultado (de las elecciones del 29 de marzo). Los gauchos que se resistieron a votar por nuestros candidatos fueron puestos en el cepo o enviados a las fronteras con los indios y quemados sus ranchos. Bandas de soldados armados recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que sembramos entre toda  esa gente, que el día 29 triunfamos sin oposición. El miedo es una enfermedad endémica de este pueblo. Esta es la palanca con que siempre se gobernará a los porteños, que son unos necios, fatuos y tontos".
                                                           
                                                                                      Carta a D. Oro 17/6/1857



                     La Dirección de la escuela solicita que en el futuro no sea obligatorio cantar el Himno a Sarmiento en los actos escolares

                                                                                     Enrique Samar









lunes, 17 de septiembre de 2012

FACQUIU





No quiero
...

Unos por poco. Otros, por demasiado. Y una ¿menudencia?, con tanto de hipocresía como de ingenuidad. Esas podrían ser algunas de las definiciones que caben a lo sucedido el jueves a la noche.

El “poco” atañe a quienes, desde el Gobierno y sus alrededores, minimizaron por completo la magnitud de la protesta. Al margen de discusiones bizantinas sobre el número aproximado de manifestantes, fue mucha gente. Mucha. No provino con exclusividad de los barrios acaudalados. No fue sólo en Buenos Aires. Vamos: con ese mismo volumen de muchedumbre, si es del palo decimos que fue imponente. Y también es veraz que el origen estuvo en las redes sociales, porque no podría haber sido de otra forma a partir de que la oposición dirigencial no existe. Este último dato, en gran medida, es lo que llevó a desmerecer la convocatoria porque su proyección sería nula, al carecer de quienes la articulen. Pero eso no significa que deje de prestársele atención.

Si es verdad que “siempre volveremos”, como dijo la Presidenta, también lo es que siempre amenaza la existencia de un núcleo de derecha, activo en más o en menos según las épocas, y conformado por factores de poder que se nutren del privilegio propio, junto con la tilinguería que les hace el coro. Eso está y que sea un paquidermo medio dormido, o espontaneísta, no quiere decir que deje de ser un elefante. Tienen recursos, ya lo demostraron en 2008 y, precisamente por no habérselos atendido, se sufrió una derrota que pudo haberse evitado. De esa pérdida se salió fugando para adelante, cuando nadie lo apostaba. Y es eso lo que vuelve a imponerse: a más reacción, más acción. Lo de la re-re es una estrategia equivocada que les proporciona gimnasia aglutinante. Es lo único de que pueden valerse y por eso lo amplifican.

Del “demasiado” no parece que haga falta agregar mucho. Colegas de la oposición llegaron a permitirse la extravagancia insultante de comparar el jueves a la noche con 2001. Más de veinte muertos por la represión, cincuenta por ciento de pobres e indigentes, un país incendiado, fueron entusiastamente asimilados a un montón de miles que salieron a pedir “libertad”. La libertad que estaban ejerciendo sin ningún problema. Se les confirió a los ruidosos la categoría del total de la sociedad, o de un grueso relevante. Quizá baste y sobre con lo que se le escuchó a un salame televisado, en rol de conductor, al momento de la desconcentración. Alertó que debía chequearse cómo andaba el Roca, porque los protestadores tenían que volver al sur del conurbano y esa línea de tren había sufrido inconvenientes durante el día. El tipo se pegó un viaje hasta el 17 de octubre del ’45. Se creyó que andaba viendo las patas en la fuente de Plaza de Mayo, con las masas indignadas cruzando el Riachuelo. Emblematizó la visión de los agentes de prensa que compraron o vendieron estar ante una gesta épica, inolvidable, determinante.

El tercer aspecto se cuela entre esos extremos de los que ningunean lo ocurrido y quienes le otorgan un valor histórico. Se da hace cierto tiempo, estimulado por el discurso de los medios opositores. El cacerolazo lo potenció. Los reaccionarios orgánicos se valen de él porque es una fachada que les permite predicar sus intereses sin retruque probable, al ser un argumento cuyo mentís es de altísima incorrección política. Pero también habrá los preocupados legítimos. Por ejemplo, gente agotada o inquieta frente al hecho de espaciar relaciones, o directamente perder amistades, porque cada vez que salta lo político –y no hay forma de que no salte, por un lado o por otro y más temprano o más tarde– los choques son irreconciliables. Este tercer elemento es eso de la división de los argentinos. De los riesgos de profundizar las diferencias, de fijarnos en lo que separa antes que en lo unificador, de no promover el consenso. Eso de que la confrontación es buscada adrede y no como producto del intercambio de ideas. Eso de que pueblo dividido es sinónimo de sociedad que no avanzará nunca. Eso de que en una democracia no hay enemigos sino adversarios. Pues bien: uno ya está harto de estas boludeces monumentales y cree que es hora de salirles al cruce, porque de lo contrario se asienta un embuste que impide debates serios.

¿Desde cuándo resulta que la política no es conflicto invariable y progresivo, si es que realmente hay pugna ideológica y no una escenografía institucional de cartón?

¿O es tan difícil darse cuenta de que estos sectores afiebrados por la necesidad de diálogo –para concederles candor– son el árbol genealógico de la oligarquía, de las masacres de toda nuestra historia, de las dos toneladas de bombas sobre civiles indefensos en junio del ’55, del genocidio del ’76, del sultán riojano que añoran, de la deuda externa que socializaron, de la propiedad agropecuaria nacida en cada oreja de indio entregada a las huestes de Roca?

¿De qué diálogo y de qué dictadura hablan? ¿Así que el pueblo fue y es su enemigo, pero para el pueblo deben ser sus adversarios democráticos?

Pagina 12 publicó anteayer una columna del sacerdote quilmeño Eduardo De la Serna, coordinador del Grupo de Curas en Opción por los Pobres Argentinos. El texto es de una sencillez y precisión arrolladoras, en esencia sobre los cánticos, consignas y cuestionamientos vertidos el jueves. En su mayoría, aunque lícitos de expresar, eran totalmente individuales.

“Quiero salir a la calle sin que me roben”, era el planteo acerca de la “inseguridad” en reemplazo de la seguridad como bienestar social.

“Quiero poder viajar”
, como si los millones de pobres hubieran podido ir al extranjero sin que nadie levantara la voz a favor de ese derecho.

“La multitudinaria ‘marcha del yo’, preocupada por ‘mis’ derechos, se manifestó coherentemente en que cada ‘yo’ tenía su propia consigna; no había un ‘nosotros’, un ‘Pueblo’, salvo en el extraño momento en que se cantó aquello de ‘si éste no es el pueblo...’ (que dicho sea de paso, al igual que respecto de haber coreado que el pueblo unido jamás será vencido: dejen de robar emblemas de izquierda para aplicarlos a que no pueden conseguir dólares) (...) Pocas cosas me parecen tan clásicas de la ‘clase media’ argentina (no es toda) como su ‘amor al yo’, el mismo de Sri Sri, el mismo del ‘yo, argentino’, del ‘no te metás’, del ‘por algo será’, del ‘en algo andaría’. Multitudinarios ‘yoes’ que pareciera que nunca pueden mirar un ‘nosotros’. Hace ya 200 años que estamos habituados a convivir (?) unos y otros, puerto y pueblos, civilización y barbarie, blancos y negros... De Proyectos se trata. Pero mientras unos insinúan siempre el deseo del voto calificado, otros proponen ampliación de derechos aunque los calificados (o clarinificados) no tomen nota. Total, se han copiado siempre.” Puede agregarse que cuando hay muchas consignas termina no habiendo ninguna, como no sea una expresión de malhumor. De odio de clase. Finalmente, de impotencia.

Esta columna termina en primera persona, como es de estilo y pertinente aclarar cuando un periodista –más aún en rol opinativo– se dispone a violar una regla básica de la profesión. Me importa una infinita cantidad de carajos tener el más mínimo grado de consenso con esta gente.

Casi desde que el mundo es mundo, el mundo se divide en clases. Y en las más postergadas, por obra de las dominantes de la pirámide y sobre todo en las medias, que son el jamón del sandwich, hay franjas asemejadas que hasta salen a la calle para defender intereses que no les son propios sino de quienes las sojuzgan. Se puede creer que vale convencer a los privilegiados y a sus loritos por vía del “diálogo”, siempre desparejo gracias a los medios de comunicación que pertenecen a la clase de punta. O practicar el “centralismo democrático” de dar la batalla a través de los hechos, tal y como toda la vida hicieron ellos. No quiero saber absolutamente nada de pacificar relaciones con esta gente. No quiero ni diálogo ni consenso con quienes vociferan “yegua, puta y montonera”. No quiero sentarme a soportar, ni por un solo segundo, a los que quieren para Cristina el final de De la Rúa. Me repugna que salgan a manifestar muchos de los que hace poco más de diez años canturreaban que entre piquetes y cacerola la lucha era una sola, porque les habían pasado la cuenta de la fiesta de la rata. No quiero saber nada con esa gente que a la primera de cambio apoyaría el golpe militar del que ya no disponen. Quiero tener con ellos una profunda división. Y concentrarme en de cuál manera se garantizaría mejor que se hundan en el fondo de su historia antropológico-nacional, consistente en que el negro de al lado no porte ni siquiera el derecho de mejorar un poquito.

Quiero a esa gente cada vez más lejos. Y cuanto más los veo, más seguro estoy.







Una mirada (desde lejos) de la/s marcha/s
...


Sería absurdo pretender decir una palabra clara y distinta acerca de las marchas de ayer en mi situación: estando lejos, a poco de producidas, sin toda la información que sería de desear, y sin haber participado. Pero igual creo que algo se puede (empezar a) decir.

En primer lugar, desde hacía semanas me llegaban correos electrónicos invitando a la marcha. Correos de desconocidos, y de remitentes falsos, porque no podía responder. En segundo lugar, me parecía razonable pensar que a la/s marcha/s iba a ir bastante gente, lo cual sería evaluado de diferente modo según el espectador o lector. Pero que vaya mucha gente (“miles” al decir de todos los diarios que leí, lo que significa “no-cientos”, tampoco “decenas-de-miles”) no necesariamente es indicio de sensatez. Multitudes se han convocado por los más diversos modos, y no siempre fueron –al menos mirando a la distancia– marchas sensatas. Podríamos recordar el vitoreo a Galtieri por Malvinas, o la “fiesta de todos” luego del triunfo (sic) del Mundial ’78, la marcha del “Felices Pascuas” o las “decenas de miles” de personas que convocó el respirador serial en el Planetario la semana pasada...

Podríamos también mirar algunas voces, pre o post marcha, sean la de Amadeo o Patricia Bullrich, con consignas simples, elementales, obvias... ¡pobres! O el (in)análisis de Mauricio, diciendo que la marcha era pacífica y no era en contra de nadie, lo que los cantos coreados o algunos carteles parecen desmentir; o que espera que “la Presidenta tome nota de lo de ayer”, como si él hubiera “tomado nota” del resultado electoral 2011. Podemos también mirar la columna del ultra-C, por Clarín, Julio Blanck, que habla de “guerra” (puaj). Y podemos también tener presente que así como en “tiempos electorales” hay cosas que son “normales”, pero a las que no hay que prestarles demasiada atención (denuncias, actos, propuestas...), antes del 7 de diciembre, hay cosas que –como Sancho– “veredes”.

Pero no está de más mirar un detalle que me parece interesante. Los medios comentan unánimes la disparidad de temas que fueron abordados por los manifestantes ayer; en el mismo Clarín, en dos columnas diferentes, se mencionan grupos de temas bien diferentes: “consignas contra la corrupción, la inseguridad, la inflación y la re-reelección”, dice una; y “Seguridad, libertad y justicia, los principales reclamos de la gente”, dice la otra en el mismo diario. Y mirando las cosas que la gente decía y/o cantaba (dejando de lado los insultos o los absurdos, que imbéciles hay en todas partes; y con esto aludo también a la palabra “dic/ktadura”) se me ocurre una reflexión: la gente manifestó, dijo lo que quiso y no hubo represión ni violencia. Hace tres días, en Chile manifestaron contra el golpe de 1973 y hubo represión y violencia (como en Córdoba hace unos días, acoto).

La Corte –de Justicia hablamos– acaba de decidir que el caso de la “Campaña sucia” contra Filmus pase del fuero federal al fuero porteño, con lo que parecería ser beneficiado Macri; el tema viajes/dólares apareció en varios, y la trillada idea de ir adonde quiero, hacer lo que quiero se repite hasta el hartazgo, sin recordar –o recordando– que hubo un tiempo en que se podía viajar cuantas veces se quería y gastar cuanto se quería para comprar “2”, y gracias a tanta “libertad” individual, el país estalló en miles de fragmentos. Y acá –creo– está el tema: los cantos, consignas y planteos (legítimos de expresar, por cierto) eran –al menos en su mayoría– totalmente individuales: “quiero salir a la calle sin que me roben” era el planteo de la seguridad; no el bienestar social como “seguridad”; “quiero poder viajar” como si los “cientos de miles” (mejor dicho, “millones” de pobres) alguna vez hubieran podido viajar sin que nadie levante su voz a favor de ese derecho... La multitudinaria “marcha del yo” preocupada por “mis” derechos se manifestó coherentemente en que cada “yo” tenía su propia consigna; no había un “nosotros”, un “Pueblo”, salvo que al extraño momento en el que se cantó “si éste no es el Pueblo...” se le dé alguna entidad. Pocas cosas me parecen tan clásicas de la “clase media” argentina que su “amor al yo”, el mismo de sri sri, el mismo del “yo, argentino”, o “no te metás”, coherente con el “por algo será” o “en algo andaría”. Multitudinarios “yoes” que pareciera que nunca pueden mirar un “nosotros”... Pero hace ya 200 años que estamos habituados a convivir (¿?) unos y otros, puerto y pueblos; civilización y barbarie, blancos y negros... De proyectos se trata. Pero mientras unos insinúan siempre el deseo por el voto calificado, otros proponen ampliación de derechos, aunque los calificados (o clarinificados) “no tomen nota”, total... se han copiado siempre.



Eduardo De la Serna
Coordinador del Movimiento de Sacerdotes en Opción por los Pobres.





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